«En memoria de Julieta Hernández».
Por: Karla Robles
En el marco del Día Internacional de la Mujer y en memoria de Julieta Hernández, cicloviajera y artista Venezolana que fue asesinada por personas quienes arrebataron su sueño de llegar a casa, queremos destacar el trabajo de las mujeres que como Julieta son artistas de la bicicleta en México. Estas mujeres, desde diferentes encuentros creativos transforman, resisten y embellecen una de las actividades que más disfrutamos. Al nombrarlas, las reconocemos como creadoras de la comunidad ciclista y de la industria del ciclismo en México.
Este artículo, a diferencia de otros donde me preocupo por la longitud del texto, lo quise dejar lo más fiel posible a lo que amablemente me comentaron a través de una serie de preguntas que les envíe a siete mujeres por medio de facebook, instagram y whatsapp para conocerlas, conocer su trabajo y su relación con la bicicleta. Al intentar reunir y resumir sus respuestas me di cuenta que cada palabra viene cargada de mucho aprendizaje, sabiduría y poder de cada una de ellas, y fui consciente que nuestras voces no se pueden simplificar ni silenciar porque somos mujeres diversas que nos atraviesan diferentes contextos unidas por la libertad, la autonomía y la felicidad que nos da la bicicleta, también, durante los días en los que estuve reuniendo esta información se me vinieron a la mente otras mujeres que merecen estar aquí y que estarán en una segunda parte.
Eli Acosta “Eli de bicla” / Ella / 38 añotes / @elidebicla .
Eli es de la Ciudad de México, es constructora de bicicletas y gestiona el taller comunitario Somos bicis en Básica Studio, “Me gusta mucho compartir el pensar hacer una bici, cuando estamos en el taller solucionando o pensando los retos del día a día disfruto mucho escuchar y entender los puntos de vista de los demás, analizar y ejecutar, siempre con la sorpresa del resultado”. A Eli le gusta crear comunidad y aprender con sus amigues a quienes considera talentosos y apasionados ciclistas, por ello, ha incluido a más mujeres y personas no binarias en su equipo, como Luz aprendiz de constructora y Vals en pintura.
K: ¿Cómo empezó tu gusto por la bicicleta?
Eli: “No tengo idea de donde saque la idea de andar en bici, además en aquellos ayeres no era nada común, simplemente nació en mí, siento que es una parte muy genuina de quien soy. Un día le dije a mi abuela que romperíamos el cochinito e iríamos a comprar una bici, lo rompimos (obvio no me alcanzaba) mi abuela me miró con esa mirada de complicidad y nos fuimos a Deportes Martí (tienda de artículos de todos los deportes), compramos una bici de montaña que por supuesto el vendedor me vendió mal la talla (formato inicial en la que todxs lxs chaparritxs andamos en nuestras primeras bicis) pero que no importó porque fui muy muy feliz”.
Como trabajadora del metal, Eli dice que la parte artística es la forma más fácil de ver y entender el proceso que la ha llevado a trabajar con bicis, para ella ha sido romper las formas en las que se ve a ella misma, un crecimiento interno y una lucha y resistencia para darle estructura a su vida y ser congruente con sus ideales.
K: ¿Hay alguna mujer en tu vida que te inspire o te haya inspirado a hacer lo que haces? ¿De qué manera?
Eli: “Mi Madre, es un ser rebelde hasta el tuétano, podemos estar de acuerdo o no, lejos o cerca pero siempre pienso en ella y en los desafíos que pudo enfrentar, en lo que hubiera y en lo que es y siempre encuentro mucha fuerza en eso, fuerza de esa que te permite persistir”.
K: ¿Qué te hace sentir andar en bicicleta?
Eli: “Es un desahogo de todo, es tan brutalmente eficiente en tantos sentidos, desde vivir la ciudad de otra manera, recorrer lugares desconocidos en bici lo hace tan real, fácil en un sentido de acceso, de ver todo, de parar y comer, tomar una foto y seguir. Estás cansado pero llega algo hermoso que ver o una bajada refrescante y tomas mil fuerzas de nuevo, la felicidad de andar en bici es inagotable”.
Irlanda Munoz “Irli” / Ella / 51 años / @movigomx
Irlanda vive en Tijuana, Baja California, es fabricante de bolsas para ciclismo y aventura, a sus 35 años, Irlanda descubrió su primer grupo ciclista y empezó organizando rodadas en Tijuana. De las actividades que más disfruta son coser y pedalear. Irlanda es ciclista urbana, se mueve en la gran ciudad fronteriza y sale a comprar los materiales para sus creaciones en bici, menciona que durante esos trayectos no solo se saca a pasear a ella si no también a su creatividad.
Irlanda empezó haciendo alta costura, pero su gusto por la bicicleta la llevó a hacer mochilas y sus saberes de moda y estilo los ha aplicado a su marca Movigo.
K: ¿Hay alguna mujer en tu vida que te inspire o te haya inspirado a hacer lo que haces? ¿De qué manera?
Irli: “Si describiera mi vida tal cuál, y pasar por todo lo que he pasado, para ver realizado todo lo que llevo andado a pesar de tantos obstáculos, yo soy mi propia mujer que admiro, soy un ejemplo de resistencia, y querer seguir adelante con coraje en la vida, el mismo coraje que saco para agarrar las subidas en la bici y en modo plegable”.
K: ¿Qué te hace sentir andar en bicicleta?
Irli: “Andar en bici me hace sentir vigente, refrescante, vigorizante”.
Irlanda es una mujer a la que admiro mucho, cuando una la conoce en persona, su sonrisa, su voz y su dulzura te hacen quererla en los primeros dos segundos, tiene un gran corazón. Hablando con ella me comparte también una poderosa auto-reflexión para pensarnos de esta manera:
“Decidí por primera vez en mucho tiempo auto reconocerme, siempre he sido la primera en sabotearme y soportar por mucho la burla en cara propia, hasta empezar a reír con descaro y pensar, lo voy a hacer, lo voy a lograr, a mi ritmo, con las herramientas que tengo, lo haré y llegaré a ese lugar que visualizo, si prestara atención a todos los comentarios que invalidan, no tendría el coraje de atreverme cada vez más”.
Marian aka “La Niña robot” / morra LA/Ella/Ellona / 33 años/ @ninarobott
Marian es una morra chilanga viviendo en la Ciudad de México, es directora creativa, diseñadora e ilustradora, disfruta su vida dibujando, cocinando y jugando bici polo. Empezó a usar la bicicleta cuando tenía 14 años para hacer mandados, ir por pulquitos y andar en la vagancia en la gran ciudad, después se dio cuenta que podía ir cada vez más lejos y trasladarse de un lugar a otro, siempre a su ritmo y por las rutas que ella eligiera, desde ese momento descubrió la libertad que le dio andar en su bici; “Para mi andar en bici es lo más cercano a volar. Me hace sentir libre, que soy suficiente, que puedo ir a donde quiera, que puedo sentir el viento y contemplar todo alrededor, pero también, que puedo sentir la velocidad e ir enfocada en miles de detalles a la vez, esa supervivencia en la calle se me hace loquísimaaa!
K: ¿Cómo has combinado tu forma artística de ver la vida con la bicicleta?
Marian: “Combino la bici y mi visión artística y creativa de muchas maneras . Mis ilustraciones siempre muestran y cuentan partes de mi y mi historia, y pues tengo muuuuchas historias (una vida) en bici. Desde contar anécdotas ilustradas de cicloviajes, situaciones, sentires, siempre es una inspiración constante de mi día a día. Fuera de la ilustración otro de mis trabajos es la creatividad que gira en torno a la bici como parte fundamental del deporte y comunidad a la que pertenezco en Bici Polo Feminas CDMX”.
K: ¿Cómo aprendiste a hacer tu oficio/arte?
Marian: “Desde pequeña tuve una formación artística , en una escuela de artes plásticas para niñxs.. seguí dibujando y creando .. y ya más tarde estudié diseño gráfico e hice un diplomado en ilustración”.
K: ¿Hay alguna mujer en tu vida que te inspire o te haya inspirado a hacer lo que haces?, ¿de qué manera?.
Marian: “Las mujeres siempre han sido una gran inspiración para mi arte. Mi madre, mi hermana, mis amigas, mis compañeras en la cancha todas ellas me han enseñado cosas muy preciadas. Muchas de mis ilustraciones (sino es que la mayoría) muestran a mujeres, de todo tipo, con todas sus fallas perfectas, fragilidades, fortalezas, miedos y templanzas. Yo creo que la mujer que más me inspiró a hacer lo que hago es mi madre, desde pequeña me ayudó a desarrollar mi potencial artístico y de grande me enseñó a siempre ver por mi misma y por lo que creo que es mejor para mi”.
K: ¿Hay algún aprendizaje que quieras compartirle a otras mujeres ciclistas-artistas?
Marian: “A otras morras ciclistas y artistas , me gustaría compartirles un saludo 🙂 e invitarles a generar gráfica con esta temática (morras ciclistas) creo que es importante que existan estas representaciones en el imaginario colectivo actual y para futuras generaciones. Cuando yo era niña las únicas imágenes que veía de morraes en bici eran o niñas con su bici casi de juguete o mujeres super estilizadas o sexualizadas donde la bici era casi un adorno. Me parece muy importante que existan otros referentes a toda la variedad de formas de vivir la bici como cuerpos femeninos”.
Dulce Ortiz / Ella / 39 años / @dulce_ortiz / @atomcycles.
Dulce vive en Estado de México, es co-fundadora de la marca de bicicletas hechas a mano Atom Cycles, ella es la encargada de la parte administrativa y del diseño de color de sus bicis. Estudió historia del arte y diseño pensando que sería curadora y marchante de arte, pero descubrió el maravilloso mundo de la bicicleta cuando conoció a su pareja con quien ha aprendido la fabricación y armado de cuadros y accesorios. A Dulce le gusta leer, nadar y andar en bicicleta.
“Tanto la vida como la bicicleta tienen mil colores y combinaciones, siempre vas encontrar lo adecuado para ti si sabes en dónde buscar. Las opciones de cambio y/o perfeccionamiento siempre están disponibles”.
K: ¿Cómo empezó tu gusto por la bicicleta?
Dulce: “Cuando vivíamos en Santiago de Chile, entré a estudiar en la universidad y varios días a la semana me tocaba estar desde las nueve de la mañana hasta las seis o siete de la tarde. La facultad estaba muy cerca de mi casa, a unos 5 km, pero el transporte público era tan malo que hacía más de una hora en recorrer esos 5km así que ahí empezó mi travesía con la bicicleta. Fue mucho más fácil moverme por la ciudad así que en transporte público”.
K: ¿Hay alguna mujer en tu vida que te inspire o te haya inspirado a hacer lo que haces? ¿De qué manera?
Dulce: “En mi vida hay muchas mujeres que me han inspirado, vengo de un matriarcado y las que toman las decisiones en mi familia son las mujeres y por esta razón la mujer que más me inspira es mi abuela materna. A sus 19 años se casó con un hombre de 50, tuvo 5 hijos y ella sola, siendo una mujer de campo, los sacó adelante. Una luchadora en todo el sentido de la palabra, incluso hoy en día a sus casi 94 años y Párkinson avanzado, sigue peleándola sin quejarse”.
K: ¿Qué te hace sentir andar en bicicleta?
Dulce: “Libre. La bicicleta a mi me dió la libertad, me dió esa certeza de que con mi bicicleta y mis piernas puedo llegar a donde sea; pero también me dio la libertad económica y para mi eso es lo mejor porque me permite hacer todo lo que me gusta, pasar tiempo con mi familia y no depender de nadie para tener un sueldo. Todo lo que hago se refleja ahí y eso es tremendamente satisfactorio”.
K: ¿Hay algún aprendizaje que quieras compartirle a otras mujeres ciclistas-artistas?
Dulce: Andar en bicicleta da miedo, puede ser intimidante y siempre existe la posibilidad de que te caigas. Pero si te caes te levantas y lo vuelves a intentar. Rendirse no es opción. Lo considero una excelente metáfora.
Yanina – Negrita Yani / Mujer- Ella / 38 años / @negrita.yani
K: ¿Cuál es tu nombre o como te gusta que te nombren?
Yani: “Me nombraron Yanina, siempre me dijeron negra o negrita, de chiquita a veces me molestaba, pero a medida que crecí me identifique más y comencé a presentarme como Negrita Yani, para que nunca se me olvide quien soy, de donde vengo y hacia dónde voy”.
K: ¿De donde eres? ¿Dónde vives?
Yani: “Nací en Sudamérica, en el territorio que llaman Argentina, no me sale ser de, sino que soy “con” muchos lugares, he intentado echar raíces y construir comunidad en los diferentes espacios donde he vivido o donde ha vivido mi historia ancestral, por eso soy con Buenos Aires, porque me nacieron allí, soy con Guandacol en La Rioja en el noroeste Argentino, y ahora en este momento estoy siendo con Oaxaca, en México, porque aquí habito y construyo vínculos con la gente que nació aquí, que vive aquí y con esta tierra”.
K: ¿A qué te dedicas?
Yani: “Soy acordeonista, cantautora, doy clases de acordeón a piano, escribo, y me gusta realizar obras textiles con bordados y collages”.
K: ¿Cuál es la actividad que más disfrutas hacer?
Yani: “No hay una sola. Disfruto mucho de mi vida así cómo está, con miles de cosas y formas, todas tan preciadas e importantes para mi: la música, la bici, la escritura, y siempre todo dentro de la comunalidad”.
K: ¿Cómo empezó tu gusto por la bicicleta?
Yani: “No hubo principio donde comenzó esta historia, y esperemos que no haya un final, ojalá que esté vínculo sea como la bici siempre cíclico. Aprendí a andar en bicicleta en la casa de mi abuela, al comienzo porque todxs lxs niñxs que veía montaban bicicletas y me pareció que ya era mi momento también, después porque le ayudaba a mi abuela haciendo los mandados, y finalmente porque descubrí que cada vez que pedaleaba me hacía más buena y más libre. Andar en bicicleta me exigía una concentración que impedía que mi cabeza piense cosas feas, me traía al presente, me hacía concientizarme de mi cuerpo, de mi fuerza, de mi capacidad, de mi límite”.
(Dejo un texto que escribí que podría vincularse pero que no es tan explicito)
“Busqué y conocí mis raíces, porque necesitaba encontrar mi identidad, hasta que un día necesité arrastrarme, embarrarme, ser una con la tierra y sembrarme, poder guardarme en ella, para que florezca donde sea y para quien sea, y entonces, entre la tierra y mi cuerpo hice una una línea de unión y desde nosotras saqué dos lineas, y en el encuentro de ambas puse una bicicleta, y decidí que esa era entonces mi santísima trinidad: mi cuerpo, la tierra y la bici.
Y entonces comencé a necesitar cuidar la tierra, amarla, abrazarla, regarla, darle mi mejor versión, regalarle mis gracias, mi talento, para que siga siendo sustento y alimento de todxs lxs seres que en ella quieran habitar, porque cada vuelta al pedal era una magia de paisajes que se sucedían ante mis ojos.
Necesité pensar una vida humana cada vez menos destructiva, pero también necesité ser constructiva, colaborativa, amorosa y respetuosa conmigo misma, con las personas que me encontraba en el camino y con todo el entorno que me rodeaba, porque tuve muchos hogares donde me recibieron como a una más de la familia, me regalaron una cama, un baño caliente y un plato de comida.
Necesité ser transparente y clara, en lo que era, en lo que quería y en lo que el espacio tiempo me estaba pidiendo, porque el viento me hizo detenerme, mi cuerpo me exigió descanso y hasta la bici se rompió para que me/nos escuchara.
Y así es como a cada vuelta del pedal, siento que la bici me hace un poquito más buena y atenta, conmigo, con ella, pero por sobre todo con todo lo que me rodea…”
K: ¿Cómo has combinado tu forma artística de ver la vida con la bicicleta?
Yani: “Digamos que soy con la bici y con mi acordeón. No sé cómo la combiné, pero sé que nos fuimos conociendo, compartiendo y encontrándonos. La bici para mi no es solo un medio de transporte, si no una forma de vivir, y en esa forma de vivir que también hay un acordeón, nos hemos encontrado y aprendido a compartir. Además con mi pareja tenemos un proyecto artístico donde también compartimos siempre las bondades de la bici, para hacer crecer más y más la comunidad cletera”.
K: ¿Cómo aprendiste a hacer tu oficio/arte?
Yani: “Un poco de todo… exploración, clases particulares, talleres, cursar en la escuela de música, encuentros de compartencia. Así como la bicicleta que una nunca termina de aprender, así también con la música. Por eso agradezco a todas las personas que han llegado, llegan y, ojalá, llegarán a mi camino para nutrirme y acompañarme”.
K: ¿Hay alguna mujer en tu vida que te inspire o te haya inspirado a hacer lo que haces? ¿De qué manera?
Yani: “Comencé a tomar clases de música cuando tenía 9 años con una profesora de piano que se llamaba Ana María Bosio, y ella fue quizás quien más me motivó a continuar el camino musical, pero también me compartió muchas otras cosas: el amor por el espacio donde vivimos, la comunalidad, la necesidad de siempre pensar en un nosotrxs antes que en un yo. Gracias a Ana descubrí un mundo mágico y aprendí que no era necesario ser de otro planeta para dedicarse a la música en cuerpo y alma, y que como mujeres podíamos pensarnos en otro rol que no sea solo el que se nos permitía».
«Después me inspiran muchísimo todas las mujeres de mi familia, cada una por diferentes cosas, pero a todas les agradezco su paso por mi vida. También a las amigas, las que seguimos compartiendo y las que ya no veo. Y en el camino cicloviajero también he conocido un montón de mujeres que me contagian y me motivan a seguir”.
K: ¿Qué te hace sentir andar en bicicleta?
Yani: “Me hace sentir viva, presente, en consonancia con mi cuerpo, mi mente, mi espíritu. Me devuelve a la tierra, me conecta. Me ayuda a respirar, a entenderme, a darme mi tiempo, mi espacio. Para mi la bici fue el puente entre mi cabeza, mi corazón y mi cuerpo”.
K: ¿Hay algún aprendizaje que quieras compartirle a otras mujeres ciclistas-artistas?
Yani: “Si, que confíen en sus cuerpos, que se animen a explorarse, que tomen la bici de aliada y sigan ciclando siempre. Que encuentren la rueda de sus ciclos pedaleando. Que confíen también en lo que deseen, aunque todo parezca contrario, o difícil, ser transparentes siempre nos transporta ilesxs. No hay un único camino, no hay solo una forma, y si no hay camino o no hay forma siempre la podemos hacer nosotras. Creo que es eso: confianza, paciencia y amor para con una misma, con lo que deseamos y con lo que somos, amor para con la bici y amor para con la tierra”.
Raquel González / Ella / 35 años / @ra.fotosensible /@abyayala.enbicicleta.
Raquel es de Vista Hermosa, Ajalpan Puebla y vive en Tehuacán, Puebla. Es maestra de Náhuatl, fotógrafa y escritora. Conocí a Raquel por medio de facebook cuando ella estaba recorriendo Sudamérica en su bicicleta, sus fotos acompañados de sus letras cargadas de autoreconocimiento como mujer indígena Mexicana me cautivaron y me motivaron a conocerla más. Raquel siempre ha promovido el aprendizaje y los saberes del Nahuátl y yo siempre tengo el deseo de algún día poder conocerla en persona.
K: ¿Cómo empezó tu gusto por la bicicleta?
Raquel: “Siempre he sentido el anhelo de huir, salir volando, nunca me gustó la idea de ser (solamente) mujer de casa. Quise explorar las montañas alrededor del pueblo y saber qué había detrás de ellas, en mi ingenuidad pensé que a dos o tres curvas de montaña encontraría Acapulco. Cuando de grande por una movilidad estudiantil a Europa retomé el uso de la bici pero ahora como medio de transporte, me enamoré, fue el primer flashazo, al volver a mi Tehuacán quise seguir pedaleando las calles pero también buscar la seguridad para ello, me alié con una amiga y creamos Tehuacán en dos ruedas, para rodar seguras; a la par hacía mi primer cicloviaje a Oaxaca, el silencio de las carreteras me hipnotizó, tanto como me aterró, al tercer día cuando me lanzaba por los columpios de las montañas volví a enamorarme profundamente… Era como volar. En adelante la bici ha sido la principal herramienta del viaje de mi vida, y la recomiendo ampliamente como herramienta y estrategia de vida, especialmente para las mujeres”.
K: ¿Cómo has combinado tu forma artística de ver la vida con la bicicleta?
Raquel: “Soy fotógrafa pero en mi primer viaje largo al atropellarme una moto se me estropeó la cámara, que era para mí súper importante y un elemento que de ser necesario vendería, esos eran mis planes, sin embargo al verme despojada de mi herramienta de trabajo pensé que mi viaje quedaría ahí. No fue más que una oportunidad de mirar con nuevos ojos, temí lo que tenía que temer y seguí adelante, dedique más tiempo a mirar que a medir las luces y la composición por el camino, comencé a escribir más para retratar más de la experiencia, estos textos mezclados con mis propósitos personales para viajar en bicicleta resonaron de una forma muy agradable y motivadora, escribir se volvió mi nueva forma de retratar y al ver que tenía un eco en las mujeres simplemente seguí. En adelante me he dedicado a buscar más espacios de escritura creativa experimentando en la poesía, el reportaje y también escribiendo en una de mis lenguas maternas, el náhuatl”.
K: ¿Hay alguna mujer en tu vida que te inspire o te haya inspirado a hacer lo que haces?
Raquel: “Todas indirectamente al ver en cada historia una historia que el mundo debería conocer. Hay una escritora en particular que me encanta, se llama Eugenia Rodríguez Cattaneo, una periodista Uruguaya. Me inspira porque desde que la conocí quiere ir a mirar los procesos más complejos en el mundo, las guerras, los éxodos, la región de medio oriente, etc. Sin embargo al estar ahí los relatos que crea son sobre la gente a nivel de piso y calle, las charlas sobre lo que pasará con una trama regional y sencilla de vida al verse trastocada por lo que para nosotros son estadísticas atroces generados por los juegos de poder. Ella habla de la humanidad a través del caos global y claro, me inspira mucho.
K: ¿Qué te hace sentir andar en bicicleta?
Raquel: “Mucha libertad, metafóricamente, volar, como lo dije antes. Me gusta poder elegir mi camino, creo que en las ciudades es un súper poder, me gusta su liviandad y el hecho de que un motor encendido sea mi corazón latiendo más rápido y haciendo arder mi cuerpo. Me gusta la sensación de independencia que me deja”.
K: ¿Hay algún aprendizaje que quieras compartirle a otras mujeres ciclistas-artistas?
Raquel: “Compartan su arte al mundo, una nunca sabe el eco que va a tener en otras mujeres y como ese quehacer puede tejer nuevas redes de apoyo, de vida y de restauración de nuestra compleja realidad”.
Silvia – Silviaje / Ella / 33 años / @silviiaje
Silvia se identifica como una salvaje, es del desierto de Sonora, nació en Hermosillo, y vive en muchas partes, pero por ahora, está en la Ciudad de México. Aunque estudió teatro Silvia ha dedicado su vida a todo arte, a ser maestra, a actuar en obras, a ser facilitadora comunitaria, poeta, escritora, bartender, cuidadora, mensajera en bici y a muchas cosas más; le gusta aprender de todo y su forma de ver la vida la ha llevado a viajar de distintas maneras, ir y volver, volverse a ir y regresar.
K: ¿Cuál es la actividad que más disfrutas hacer?
Silviaje: “Comer, andar en bici, andar en patines; estuve aprendiendo a patinar el año pasado y fue súper divertido, en general, me gusta mucho hacer cosas nuevas, me gusta mucho caminar, la montaña me tranquiliza, el desierto. Hace poco fui a mi casa y fue recargar pila, me gusta mucho escribir e imaginar, imaginar me encanta y creo que la imaginación es lo que nos permite no estancarnos, no quedarnos en un mismo sitio pero tambien no quedarnos con una sola versión de las cosas, la mitad de las cosas que he logrado ha sido porque soy tremendamente necia, no porque sea la más talentosa” (se ríe).
K: ¿Cómo empezó tu gusto por la bicicleta?
Silviaje: “Yo soy melliza, me críe con puros hombres, entonces tuve una infancia increíble, hice karate, corrí 100 metros planos, jugué escondidas, jugué fútbol 12 años, y una de esas cosas que aprendí a hacer de niña al lado de mi hermano fue a andar en bici, pero no solamente andar en bici, a mi papá y a mi hermano les gustaba mucho desarmar las bicis y lijarlas y pintarlas, y yo aprendí junto con ellos porque todo el tiempo quería andar pegada a mi hermano y a mi papá que era geólogo, y que me enseñó a ser una niña 4×4; andar en bici, en caballo, en el monte, a acampar, a hacer fogatas, muy a su pesar porque decía que las mujeres tenían que estar con las otras mujeres en la cocina, pero a mi siempre me ha gustado la aventura.
Retomé la bicicleta cuando llegué a la universidad y me di cuenta que me regalaba autonomía y también porque empecé a vivir sola, la bicicleta fue mi mejor amiga para ir al mandado, a la escuela, a mis ensayos, a dar clases. Recuerdo que una vez en Hermosillo me insolé porque estaba dando clases de verano a niños, ese verano decidí no irme (todos los veranos me iba) y me quedé a trabajar, y mi mamá me escondió la bicicleta porque yo no hacía caso de no salir en la bici en altas horas de sol. También otra anécdota que me ha traído la bicicleta es el encuentro de mujeres y disidencias ciclo viajeras que organizaste porque yo tenía mucho la ilusión de aprender a viajar en bici pero es muy difícil para las mujeres solas andar viajando en bici; yo viajo sola pero no todo el tiempo en bici y sé los riesgos que corre una mujer latinoamericana viajando sola, sé lo que es viajar en méxico y sentirte insegura todo el tiempo, entonces, viajar en bici propone unos retos de seguridad y planeación más grandes que viajar en otros medios como camión, blablacar, avión, incluso raite, te expone un poco más, la mayoría de las mujeres que yo he conocido viajan en grupo o con sus parejas, yo hace mucho decidí que quería viajar sola.
Ha sido un reto para mi poder trasladarme en bici estando sola porque la verdad es que me da miedo, entonces solo lo he hecho en compañía y gracias a ese encuentro lo pude hacer con otras mujeres y aprender de ellas y generé dos amistades que para mi son entrañables y que son mujeres que andan en bici que me enseñan un montón, que son Mar y Luz… las admiro mucho.
K: ¿Cómo aprendiste a hacer tu oficio/arte?
Silviaje: “Siempre me ha gustado la calle y las aventuras, en los festivales de música y las fiestas culturales empecé a conocer gente que hacía malabares, y empecé a hacer malabares, los malabares me llevaron a la danza, la danza me llevó al teatro, a la par siempre estuve escribiendo, empecé en la poesía escénica, en el performance y poco a poco me fui acercando a las artes vivas cuando me di cuenta que mi perfil era interdisciplinar, porque creo que el capitalismo y el sistema heteropatriarcal nos ha mentido y nos ha dicho que tenemos que ser especialistas pero yo la verdad es que hago medianamente bien una serie de cosas y con eso estoy muy contenta… Creo en la sustentabilidad y la bicicleta me ha dado eso.
K:¿Cómo has combinado tu forma artística de ver la vida con la bicicleta?
Silviaje: “Libertad, autonomía, sustentabilidad, movilidad de los cuerpos, de todas las disidencias y de todas las formas de existir, la movilidad es otro tópico en donde no todas, todes y todos tenemos los mismos derechos. Los cochistas y los hombres son los que tienen tomadas las calles y los espacios públicos… incluso muchas veces a mi me han dicho que por ser mujer no debería andar en la calle en bici, me han gritado, me han acosado, me han perseguido, me han echado el carro encima porque creen que por ser mujer tengo menos derecho de habitar el espacio público, la bicicleta ha sido una lucha feminista, una lucha artística, una lucha de vida”.
K: ¿Hay alguna mujer en tu vida que te inspire o te haya inspirado a hacer lo que haces? ¿De qué manera?
Silviaje: “Todas, mi madre, mis amigas, mis hermanas, hasta las mujeres que no conozco pero que veo en instagram que viajan solas como Abril, la descuadrada con su proyecto de Teporingo, Karla de Andarres, todas, no puedo no sentirme inspirada por mis pares, sobretodo cuando se están rifando en un mundo que sigue sin reconocernos aunque se autoclama moderno e incluyente”.
K: ¿Qué te hace sentir andar en bicicleta?
Silviaje: “Recuerdo mucho una sensación de andar en bicicleta en la tarde-noche en Hermosillo, cuando baja el tráfico, que el sol da tregua, el calor se apacigua, cae el fresco y el atardecer es rojizo, se desangra, se vuelve violeta, y la tarde con las estrellas que parecen estar más cerquita que en otras partes, como si nos premiara el cielo por soportar el calor, y yo arriba de mi bici sintiéndome feliz y libre de poder hacer todo por mi misma, entonces, creo que la bicicleta me recuerda mi autonomía, mi libertad, y sobretodo es mi gimnasio, mi terapeuta, mi transporte y hasta mi alcancía, porque ahorras dinero en transportes. Cuando estuve en Bogotá me compré una bici plegable y era la más feliz de todas porque a donde voy me consigo una bici. La bici me ayuda a que la vida sea menos complicada en donde sea que estoy”.
K: ¿Hay algún aprendizaje que quieras compartirle a otras mujeres ciclistas-artistas?
Silviaje: “Nunca es tarde para probar las cosas, a mis 32 años empecé a aprender a patinar, retomé la bici hasta la universidad y tenía mucho miedo de andar en bici en la Ciudad de México, sentía que iba a morir y al final terminé haciendo bici entregas y trabajando de eso. Yo creo que el miedo puede ser un gran motor y cuando nos inspiramos y sostenemos de otras mujeres el mundo se vuelve más vivible y veo que la bicicleta ha sido una aliada para las mujeres, nunca es tarde para intentarlo y si tienes miedo, siempre puedes escribirle a una amiga que ya anda en bici para que te comparta lo que le ha pasado y como ha sido para ella el proceso”.
Después de leer las respuestas de estas mujeres el corazón lo sentía calientito, me latía más rápido y una sensación de mariposeo en el estómago me hizo pensar en la importancia de conocernos, abrazarnos, arroparnos, acuerparnos y construir juntas. Esta es la primera parte de otras más porque son muchas las mujeres que mediante el cuerpo, corazón y creatividad han hecho cosas maravillosas. Por Julieta, y también por Eli, Irli, Marian, Yani, Silvia, Dulce, Raquel… Inés, Sabi, Urani, Nancy, Mariana, Pao, Moira, Vals, Luz y Mitch que espero sean las protagonistas de la siguiente historia.
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Qué buen post, amiguis, me alegra que pongan en nuestros ojos a más mujeres viajeras y con muchos talentos.